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Nació en Murcia y después de estudiar con los jesuitas en La Anunciata, trabajó con su padre un tiempo en la multitud de encargos que se recibían. Intentó hacerse dominico, pero la muerte del padre le obligó a tomar el taller bajo su mano y la atención a la familia de su madre y seis hermanos.
Sus obras fueron numerosas, no faltándole nunca el trabajo y haciendo de la escultura hagiográfica una predicación admirable, que no pudo ver hecha palabra como dominico. La unción de sus figuras, la piedad y la creatividad, la habilidad en las composiciones, la originalidad de los gestos fueron admirables y se reflejaron en obras como: "San Francisco", "Santa Inés", "Sto. Domingo", "San Vicente Ferrer", "San José con el Niño", "La Dolorosa".
Los pasos de Semana Santa fueron su culminación artística, entre los que "La oración del Huerto" y "La caída" reflejaron una perfección y piedad inigualables.
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